Si bien es cierto que la carga genética juega un papel importante en que una persona pueda o no padecer cáncer, los hábitos hacen una gran diferencia en el nivel de riesgo.
Pues si una persona suele descuidar su alimentación constantemente o simplemente nunca ha tenido hábitos alimenticios adecuados puede padecer enfermedades cardiovasculares, desarrollar diabetes y algunos tipos de cáncer.
El consumo de sustancias nocivas también juega un papel clave en la prevención. El alcohol, tabaco, azúcar refinada y otras drogas son tóxicas para el cuerpo. La frecuencia y cantidad hace la diferencia, aunque lo ideal es evitarlas en la mayor medida posible.
Por otro lado es importante tener revisiones médicas con cierta periodicidad así como hacerse estudios de laboratorio. Si se sospecha que se padece algún tipo de enfermedad es importante asistir al médico a la brevedad posible.
Para prevenir el cáncer funciona tener una alimentación balanceada, mantener un peso sano, evitar el consumo de tabaco y el alcohol, así como protegerse de factores ambientales como los rayos solares.
Estas acciones se pueden emprender para controlar el riesgo de desarrollar este tipo de enfermedad. Siempre será mejor prevenir que remediar. Especialmente enfermedades que pueden derivar en la muerte si no se diagnostican y tratan a tiempo.
Por lo que la toma de pruebas de detección temprana son parte de los hábitos que se pueden adoptar.
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