Las estadísticas indican que los productos financieros no están diseñados para responder a las necesidades de las consumidoras mexicanas. Pues no se adaptan a su estilo de vida, nivel socioeconómico y la accesibilidad a estos.
Por ejemplo, tan solo el 40% de las mujeres cuentan con un medio de ahorro formal y solo el 20% tiene un seguro privado. Por lo que la mayoría se encuentran en el rezago económico.
Las instituciones financieras tienen el reto de aumentar las herramientas de inclusión financiera.
De acuerdo con la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), solo 1 de cada 6 bancos cuenta con al menos un producto especializado para las necesidades de las mujeres.
Esto se traduce en que la brecha de inclusión financiera a nivel nacional sea mucho más marcada que en otros países.
Los obstáculos principales para que una mujer pueda obtener recursos financieros y un esquema de seguridad formal son los ingresos bajos o intermitentes, la falta de educación financiera y el incumplimiento de los requisitos solicitados por las instituciones.
Muchas mujeres no acceden a estos por no contar con comprobante de ingresos, de propiedad o un aval; esto refrenda que las instituciones financieras no toman en cuenta las necesidades ni el contexto de las mujeres.
Así se aseguró en el foro“Finanzas, Género e Igualdad” a cargo de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS).
De acuerdo con Sofía Belmar, presidenta de la AMIS, “Las mujeres jóvenes, por ejemplo, tienen 44% más probabilidades de abrir una cuenta formal y en mujeres mayores de 40 años el porcentaje llega a 50% y después de los 50 años sube a 53%.”
El nivel educativo también juega un papel determinante en la brecha, pues entre más bajo sea, mayor desconfianza se muestra a los servicios financieros. Entre mayor escolaridad se posee mayores oportunidades hay de acceder a un empleo formal, una cuenta de nómina o un crédito.
La informalidad laboral ha crecido con la pandemia. El 56% de las mujeres están en la informalidad y 11.6 millones salieron del mercado laboral, por lo que la mitad de los puestos laborales se perdieron.